Salamanca
luce por la piedra de sus edificios. Esa piedra dorada que tanto
llama la atención con la iluminación nocturna. Esta bella ciudad se
ve mejorada con la imagen de jóvenes que transitan por sus calles
incesantemente e invaden los espacios públicos de una manera
desenfadada pero educada. La gran plaza mayor suele tener siempre
grupillos de personas sentadas en el suelo dialogando, debatiendo,
haciendo que esa cultura tan rica de esta ciudad permanezca viva y en
constante ebullición. Aparece en una frase de un conocido
personaje, pero es bien cierto que todo el que goza de la paz y
afabilidad de esta ciudad tiende a querer volver para saborearla de
nuevo.
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